¿QUÉ ES UN CABALLERO?
Un caballero es quien cabalga, es un soldado con ventaja sobre el infante. En la guerra constituyen el corazón de los ejércitos, las divisiones de choque.
La Iglesia atemperó la ferocidad originaria de los caballeros y cristianizó sus códigos, introduciendo una idea de servicio a Dios y la observancia de las virtudes de la fe, humildad y caridad. Se agregaron ritos eclesiásticos a la ceremonia de armar al caballero (la Vela de armas) en un esfuerzo de darle sentido de santidad a su misión guerrera.
La Caballería no era hereditaria; debía adquirirse mediante servicio. Para ser caballero, se requería una educación y un entrenamiento, también habían de responder a un código de Caballería. El hombre estaba obligado a proceder de acuerdo a su palabra, a no decir nada que no estuviese dispuesto a mantener. Con riesgo de su vida, se debían en lealtad a su señor, a proteger al débil y luchar contra la injusticia. Su nombre se hacía ilustre por sus hazañas en las que demostraba el valor y la constancia.
Se adiestraban en el servicio de las armas para proteger su religión y a su patria contra los enemigos, para ello debían conservarse fuertes, sanos y activos. Su divisa era: “Estad siempre listos”.
El caballero anteponía su honor a todo como algo sagrado y al mismo tiempo practicaba la humildad, nunca presumían. Ganaban el derecho de ser creídos diciendo siempre la verdad. Muchos alardean de derechos sin haberlos conquistado, es menester antes cumplir los deberes.
Eran hombres de una gran fortaleza, nunca se daban por muertos hasta no estarlo de verdad. Siempre estaban preparados para morir. Se caracterizaban por su templanza, se cuidaban de no perder la paciencia y mostrarse iracundos, ya que era considerado como malos modales.
ESTA DEFINICIÓN MARCA EL CARISMA DE LOS CABALLEROS DEL PILAR
Un Caballero de Nuestra Señora del Pilar responde a todas estas características, “cabalga”, sí, pero con la fuerza del Espíritu Santo consagrado a su Esposa la Virgen María.
Sirve a su Reina como “soldado de Cristo” (Efesios 6, 10). Vela por la fe constituyendo esa fuerza de choque contra sus enemigos, por eso es armado Caballero por su Señora. “Toma las armas de Dios” para resistir y superar la prueba luchando por los intereses del Reino y su Evangelización.
Un Caballero del Pilar, para estar firme, se ciñe la cintura con la verdad y se reviste con la coraza de la justicia, calza los pies con la prontitud del evangelio de la paz, embraza el escudo de la FE, donde se apagan las flechas incendiarías del maligno; se pone el casco de la salvación y empuña la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Y vela siempre en oración y súplica (Ef 6, 14-19).
Uno se hace Caballero cuando ya tiene un bagaje en el servicio a Dios, antes se ha tenido que entrenar y educar para ello; como ya hemos visto, la caballería no era hereditaria, se adquiría mediante servicio.
El Caballero, si asume un compromiso con la Virgen del Pilar, es para cumplirlo, pues es hombre de honor, y no por ello alardea, ya que sabe que su valor y constancia en el servicio nace de la gracia que recibe de Dios a través de su Señora.
Se distinguen como Caballeros con el distintivo de la medalla que siempre les acompaña en todos los actos para que todos sepan que por ellos es servida su Reina.
“Está siempre «listo», dispuesto a morir a su yo para defender el honor y la gloria de Dios, y salvaguardar las almas, especialmente las más débiles, las más necesitadas de la Misericordia divina. Para que el Caballero este siempre preparado, hemos visto que es vital que se conserve fuerte, sano y activo, para eso se ejercita en las virtudes de la Virgen cumpliendo siempre los mandamientos y dejándose sostener y guiar por “el pilar” inquebrantable de su Fe.
No se preocupa de recibir consuelos, su pago son los consuelos que proporciona a su Señora “buscando el Reino de Dios y su justicia”(Mt 6, 33).
Si algo le caracteriza es su caballerosidad, su saber estar, su templanza, tantas veces adquirida con el sufrimiento y la lucha, sus modales los aprende de su Señora, es todo un Caballero.