Consagraciones de España a María en Zaragoza

Consagración de Españá a María Inmaculada – Obispos Españoles, 2005

Al cumplirse el primer centenario del dogma de la Inmaculada, el Papa Pío XII declaró el año 1954 como Año Mariano, de esa manera se pretendía resaltar la santidad excepcional de la Madre de Cristo, expresada en los misterios de su Concepción Inmaculada y de su Asunción a los cielos. En España aquel Año Mariano tuvo hitos memorables, como el Magno Congreso celebrado en Zaragoza del 7 al 11 de octubre decrha-hlwgaedbfg 1954, en conexión con el cual, el 12 de octubre, se hizo la solemne consagración de España al Corazón Inmaculado de María en la Basílica del Pilar.

Estamos convencidos de que los nuevos retos que se nos presentan como cristianos en un mundo siempre necesitado de la luz del Evangelio no podrán ser afrontados sin la experiencia de la protección cercana de nuestra Madre la Virgen Inmaculada. Como centro de la celebración del Año de la Inmaculada, las iglesias diocesanas de España, pastores, consagrados y laicos, adultos, jóvenes y niños, peregrinaron a la Basílica del Pilar, en Zaragoza, los días 21 y 22 de mayo de 2005 para honrar a Nuestra Madre y renovar la Consagración hecha en 1954.

Somos conscientes de que «la forma más genuina de devoción a la Virgen Santísima… es la consagración a su Corazón Inmaculado. De esta forma toma vida en el corazón una creciente comunión y familiaridad con la Virgen Santa, como nueva forma de vivir para Dios y de proseguir aquí en la tierra el amor de Hijo Jesús a su Madre María».

CONSAGRACIÓN DE ESPAÑA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

12 de octubre de 1954.

¡Augusta Madre de Dios y Madre compasiva de los hombres!

En este solar de Zaragoza, regado con sangre de mártires y junto al sagrado pilar, prenda de vuestra predilección y símbolo de la fe inquebrantable de vuestro pueblo, venimos a cumplir un deber de amor y gratitud.

¡Oh, Señora! Nos enseña la divina revelación que vuestro Hijo y Señor Nuestro, porque nos amó, se entregó a la muerte por salvamos, y pues el corazón es el símbolo y cifra del amor, adoramos el Divino Corazón de Jesús, y a El ha sido solemne y oficialmente consagrada nuestra Nación.

Y vuestro Corazón Inmaculado es también la cifra de vuestro amor a Dios Redentor, de quien sois Madre, y a todos los hombres de quienes lo sois en espíritu, como Corredentora y Abogada nuestra.

El Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra, nuestro Supremo Padre y Maestro, secundando inspiraciones y llamadas del Cielo, ha consagrado a Vuestro Corazón el mundo entero. Los obispos de España,

Siguiendo, como siempre, al de Roma, han consagrado igualmente sus diócesis, y porque la vida oficial de una nación católica debe reflejar la vida religiosa de sus ciudadanos y dar culto a Dios según las enseñanzas de la Iglesia, el Estado español acude hoy ante vuestro altar para consagrar oficialmente toda la Patria a vuestro Corazón Purísimo, poniéndola al abrigo de vuestro maternal amor.

Ninguna ocasión mejor que la celebración de este Año Mariano, que nos recuerda la gloriosa gesta de nuestro pueblo, paladín inigualado del Dogma de vuestra Concepción Inmaculada.

Nos impulsa, Señora, un deber de gratitud: Vuestras sonrisas iluminaron los caminos gloriosos de nuestra Historia y nos protegieron vuestras bendiciones; aquí vinisteis a dar alientos a nuestro Padre en la fe, Santiago; disteis después temple heroico a nuestros mayores para luchar durante siglos contra los infieles hasta lograr la unidad religiosa y política de nuestra Patria; vuestra intercesión nos obtuvo la victoria cuantas veces hubimos de enfrentarnos con injustas invasiones, y, últimamente, ante el mortal peligro de los sin Dios. Regalo de predilección de vuestro Divino Hijo y vuestra fué la elección de España para llevar la fe y la civilización a veinte naciones de América, y así, Vos ayudasteis incluso con milagrosas apariciones a nuestros misioneros y soldados para que los indígenas fraternizaran con nosotros. ¿Quién podrá enumerar los incontables beneficios que a vuestra protección debemos?

Así, pues, Madre y Señora nuestra, henchidos de gratitud y amor, con humildad por nuestras deficiencias y conscientes de los derechos que, como Madre de Dios y Corredentora y Abogada nuestra, tenéis sobre nosotros, reafirmando nuestra fe católica, apostólica y romana y la adhesión filial al Vicario de Cristo, renovando los propósitos de vida íntegramente cristiana como individuos y como nación, y recomendándoos con especial ahínco las veinte naciones del Mundo Hispánico, que llevamos todos en el pensamiento y en lo más intimo del pecho, en nombre de los veintinueve millones de españoles que se asocian a este acto, de manera solemne, oficial e irrevocable consagramos España a Vuestro Corazón Inmaculado. Miradla como cosa y posesión vuestra; amparadla y defendedla; sed nuestro seguro camino hacia Dios; sed nuestra Mediadora y Abogada; obtenednos de Dios el perdón de nuestros pecados, la fidelidad a la ley cristiana y la perseverancia en el bien. Bendecid nuestros campos y nuestras empresas para que nuestro pueblo os sirva con el corazón dilatado y libre de angustias; pues sois Madre de todos, dadnos la fraternidad de los unos para con los otros y amor zzzz-jesucristo-rey-del-mundocristiano para con todas las naciones y todos los humanos.

Haced que con el maternal reinado de Vuestro Corazón venga a nosotros el Reino de Jesucristo, Vuestro Hijo, que es reino de justicia y santidad, reino de paz, de amor y de gracia. Así sea.