Preparación

La Consagración es la práctica fundamental de la Devoción a su Corazón Inmaculado por la que acogemos a María como Madre espiritual que nos fue dada ya en nuestro Bautismo, pero en esta ocasión lo hacemos con la madurez que no tuvimos de bebes, con plena conciencia y profunda adhesión. Por eso, no debe ser un acto más, ni hacerse de forma improvisada, sino con una previa preparación. Esta preparación que ha de ser orada; rezada y meditada, se convierte en fuente de gracia que dispone el corazón.

En la medida en que vivas tu Consagración a María, la promesa de su Triunfo hecha en Fátima, será una realidad en tu vida, ya que la dejas ejercer de Madre, en el orden de la gracia, con todo lo que posees y eres entregado a Ella. Este triunfCorazónMaríaRusoFátima2o de María está encaminado al Reinado de su Hijo Jesucristo. Conformamos con el Corazón de María, nuestra entrega será plena a Jesucristo; por tanto, esta consagración debe culminar y completarse con nuestra  Consagración al Corazón de Jesús.

Una vez consagrado/a no habrás de hacer nada sin Ella, has de ponerte bajo su acción sacerdotal para que pueda ejercer su amor de Madre y su poder de Reina. Ella no solo sostiene tu fe y la alimenta, sino que la perfecciona en la medida en que te entregas con docilidad en sus manos. Todo lo que realices de palabra y obra sea para honrarla pareciéndote a Ella.

CONSAGRACIÓN CON LA IMPOSICIÓN DEL SANTO ESCAPULARIO

La imposición del Escapulario es la forma más perfecta de Consagración a María, por eso este, a diferencia de otros métodos, requiere de la presencia de un ministro de Dios para su imposición y se hace por medio de un rito que marca la Iglesia, ya que se te conceden indulgencias especiales y el particular Privilegio Sabatino proclamado por el Papa Juan XXII.

El humilde signo del Escapulario fue reconocido por el Papa Pio XII como Consagración a su Corazón Inmaculado que, según  Lucía, vidente de Fátima, fue deseo de la Virgen María que se tomase como parte del mensaje de Fátima. San Juan Pablo II lo vistió y veneró siempre.

En este rito ya va implícita la Consagración sin necesidad de recitar ninguna fórmula de consagración, aunque si lo deseas, puedes añadirla de forma personal después de comulgar en la acción de gracias.

Toda consagración, para que de abundante fruto espiritual, requiere de una formación y preparación previa. Te recomendamos la  FORMACIÓN MARIANA que ofrecemos en nuestra web (en la última charla se concreta los pasos a seguir para realizarla).